Jorge Ruiz - Blog

Categoría: Reflexiones (Página 2 de 2)

Me gusta que los planes salgan bien, sobre todo si se llevan a cabo.

Cuando se hace todo lo contrario a lo que se tiene previsto te hace ver que lo difícil es implantar las ideas que tienes en la cabeza.

Primera carrera popular (y esperemos que no sea la última), de camino con mi compañero de kilómetros hacia la casa de campo, marcando una estrategia para poder realizar los 5 km lo más dignamente posible. Sencilla muy sencilla, los primeros 2 kilómetros de “calentamiento” para ir engrasando la máquina. Y posteriormente ir incrementando el ritmo para acabar fuerte y poder hacer un buen tiempo personal.

Lo que tiene los novatos, llegamos sin poder inscribirnos debido a que esperamos demasiado tarde,…, anuncio del speaker de que puedes inscribirte en el momento. Se nos pone todo de cara para poder contribuir con una buena causa. Pues no, solo había dinero para un dorsal. ¿Y para que llevar dinero a una carrera? Vaya somos dos y no llevo dorsal, en principio no pasa nada, para la próxima. Al rato encontramos a un buen samaritano y me presta el dinero de la inscripción. ¡Ya tengo dorsal!

Quedan 20′, habrá que calentar. Unos trotes, unos estiramientos, una vuelta detrás de un árbol… y nos dirigimos a la salida. Seguimos marcando la estrategia que tenemos muy clara. Seguimos viendo gente conocida y cada vez nos animamos más. Llega la hora de la salida y ponemos en práctica nuestra estrategia, eso si durante 200 metros (bueno que más da) estamos de ánimo hasta arriba, y empezamos a adelantar a la gente. El ritmo es bueno y estamos pletóricos.

En un momento se empieza a ver la meta, mi pensamiento es que no ha sido para tanto, pero claro veo el cartel de dos kilómetros y miro mi pulsómetro,…, y pienso “vaya tenemos un problema”. Mensaje al compañero para que siga a su ritmo y me toca sufrir, me quedan casi tres kilómetros y he gastado gran parte de mis reservas. Mi primer pensamiento es cuestionarme por que no seguí el plan. No solo eso, sino que he realizado todo al contrario.

Lo importante ya no es solo tener una buena idea, sino saber llevarla a cabo. No precipitarse y cubrir los pasos necesarios para llegar al final. Buena lección para la próxima carrera que va a ser un poco más larga.

Reflexión sobre Productividad

Actualmente seguimos teniendo presente en muchas empresas una a Sociedad Industrial, pero forman parte de la Sociedad del Conocimiento.

Algunos prototipos que tenían sentido entre los trabajadores de fábricas siguen usándose, sin modificarse, entre los trabajadores de oficina o personal de conocimiento.

Una evidencia  es la obstinación que todos tenemos en considerar el factor tiempo como el elemento principal para medir nuestra  productividad.

La palabra tiempo la tenemos presente en cualquier conversación y además la utilizamos como la excusa clásica que en algún momento todos hemos dado: “no he podido hacer… porque no he tenido tiempo” o “es que si tuviera tiempo lo hubiera hecho”.

Todos cometemos el error de valorar las personas que trabajan mucho, es decir, que trabajan muchas horas. Párate a pensar un momento ¿cuánta gente conoces que cuando quieren recalcar sus cualidades como mejor empleado  mencionan “es yo soy muy  trabajador” o “yo trabajo mucho”, pero ¿conoces a alguien que diga “soy muy productivo”?

El problema radica en que todavía hoy en día existen bastantes empresas en las que el presentismo – hasta que no se vaya el jefe no me voy – sigue siendo un valor que se cuida y promueve. Salir a las ocho o nueve de la tarde/noche, todos los días, se considera un modelo de medición de la productividad y de involucración con la empresa.  Pero no se tiene en cuenta las pérdidas de tiempo que han tenido a lo largo del día, provocando la inefectividad de sus tareas, procesos y procedimientos.

Este tipo de conducta es lo que provoca el fenómeno denominado Workaholic –adicto al trabajo – habitualmente muchas empresas  relacionan  actividad con productividad y defienden a este tipo de empleados que se muestra como ejemplo ante los demás – frases del perfil “ hacer muchas cosas sin perder el tiempo”, “no puedo perder el tiempo” –  esto es considerado como alta productividad, sin prestar atención a la efectividad del trabajo realizado, errores generados por una persona estresada de forma progresiva y, normalmente, más reactivo que proactivo.

Los paradigmas que continúan presentes en muchas mentalidades, están tan acomodados y compartidos en la sociedad  que resulta  imposible renunciar a la utopía de no pertenecer a ese grupo.

Nosotros, todos aquellos que pertenecemos a la Sociedad del Conocimiento tenemos que cambiar, ya que se trata de procesos mentales — no de  trabajadores de fábrica — por este motivo no tiene sentido aplicar los estándares productivos de éstos.

La cantidad de valor añadido que podemos aportar a cada una de nuestras acciones  es lo que va a medir nuestra productividad, y esto se incremente con nuestras capacidades de analizar, diseñar e innovar.

Creo que ha llegado el momento de plantear soluciones y estrategias para cambiar esta sociedad, para empezar el cambio debemos hacerlo nosotros primero y aportar nuestro granito de arena.

No te preguntes lo que tu país puede hacer por ti. Pregúntate lo que tú puedes hacer por tu país. (John F. Kennedy)

Cuanto más “aprendo” menos se

Probablemente muchas de las circunstancias a las que nos enfrentamos en nuestra vida nos producen una sensación de miedo. Un miedo que puede condicionar nuestras acciones.

Los deportistas no se libran de este miedo, probablemente se tengan que enfrentar a multitud de situaciones en las cuales tengan que vencerlos o intentar superarlos. Numerosos son los momentos en los cuales podemos apreciarlo. Este viernes viendo un combate de boxeo entre Floyd Mayweather y Gatti (campeonato del mundo superligero CMB en 2005), el primero estaba castigando a Gatti (el campeón) haciéndole besar la lona varias veces, levantándose otras tantas el campeón. Hasta que tuvieron que suspender el combate, pero Gatti seguía y seguía. No creo que Mayweather no tuviera miedo, a mi me lo daría.

¿Quién podría pensar que Michael Phelps le tuviera miedo al agua cuando tenía 7 años? En su bibliografía explica que se refugia en ella para no oír discutir a sus padres. ¿Algo que te da miedo puede ayudarte? ¿O el hecho de intentar vencerlo es lo que te ayuda?

Todo el mundo conoce a Mike Tyson más conocido como el terror del Garden (¿será por que producía miedo a sus rivales?), Peso pesado del boxeo que fue el campeón del mundo más joven. En el documental dirigido por James Toback comenta que “No soy un animal. Solo soy un ser humano asustado”.

Pete Mickeal jugador de baloncesto del Regal Barcelona comenta en una entrevista para Marca que no siente miedo en los momentos importantes debido a que vivió el suicidio de su primo, y nada que pueda pasar en un partido será peor que lo que pasó ese día.

Uno de mis miedos (de muchos que tengo) es que cuando más leo, más estudio y más quiero aprender, me doy cuenta que menos sé. A diario me cuestiono cosas que pensaba que tenía dominadas, veo nuevos métodos que me hacen dudar, conozco gente que me impresiona todo lo que sabe y que probablemente no llegue a dominar. Eso sí, no cesaré en mi empeño de seguir adelante, como Gatti en su combate o una de las películas que más me han impactado y que no me canso de ver, interpretada por Paul Newman llamada “la leyenda del indomable”.

Os dejo con una frase que me hace reflexionar: “cuanto más aprende uno, más se da cuenta de lo que no sabe”. Escena que resume La leyenda del Indomable.

Saber competir

Este viernes viendo la copa del rey de baloncesto te das cuenta que solo un pequeño porcentaje de la población vive de competir. Profesionales que se dedican a ganar o perder, de entrenar y dedicar su vida a la gran competición. Sujetos que son héroes o villanos en momentos puntuales.

Realmente solo importa el que gana, el que llega primero o mete más puntos. ¿Quién se acuerda del tercer corredor de una final olímpica en 100 metros como la de Pekin 2008? Probablemente nadie que no sea un fanático de dicha especialidad. Walter Dix con un tiempo de 9’91 hizo 22 centésimas más que Usaint Bolt (¿quién no lo conoce?) que hizo récord del mundo con 9’69 (pulverizado por el mismo corredor en 2009, y actual récord del mundo). Cuantos corredores a lo largo de la historia han corrido por debajo de 9’91, probablemente no más de treinta, y sin embargo, es poco conocido. Sin embargo, la vida es más cruel que todo eso.

Realmente mi primera afirmación no es cierta, ¿quién puede decir que el resto de la población no compite? Y más con lo que esta cayendo. El día a día es una competición, sin embargo, creo que no sabemos competir porque realmente no estamos preparados para ello. Nuestros padres y abuelos han evolucionado de no tener nada o poco a la sociedad de bienestar. Mientras que nosotros estamos “evolucionando” de la sociedad del bienestar a tener muchas cosas que pagar (casa, coche, etc.) o mejor dicho que en el futuro probablemente no podamos pagar. Tenemos muchas más cosas que tenían ellos, tenemos más necesidades, más problemas, más… Pero tenemos muchas menos cosas que ellos, tiempo para compartir por ejemplo. Nuestro tiempo está dedicado a cosas que no somos nosotros ni lo nuestro. En un caso es en el trabajo y decir lo afortunados que somos por tenerlo, y en otro en buscar trabajo o compadecernos de no tenerlo.

Actualmente yo estoy buscando mi misma competición, mi reto es competir conmigo mismo. Correr un poco más rápido, unos kilómetros más, entrenar mejor, en cuidar más a mi gente, intentar comprender a los demás (es lo que actualmente más me cuesta) y en definitiva hacer las cosas mejor. No se si lo conseguiré, pero no dejare de intentarlo.
Esta es la final de Pekin.

Os presento al Walter Dix.

Buscando inspiración en otras personas, mientras corría.

Cada vez me maravillo más con las ganas que tienen de vivir nuestros mayores, vemos numerosos ejemplos de personas mayores realizando todo tipo de actividades (de manera organizada o no) para vivir más tiempo y con mayor energía.
Hace dos sábados corriendo yo a las 7 a.m. por el polígono de Alcorcón vi a cuatro de estás personas mayores andando, los mismos que vi el sábado pasado, este hecho me saco de mis habituales reflexiones y me hizo pensar en las ganas de vivir que tienen estas personas. Habitualmente cuando corro por el parque de mi barrio de toda la vida (ya que ahora tengo dos) veo un grupo de unas 30 o 40 personas de avanzada edad haciendo actividad física dirigida por instructores del ayuntamiento. En el club de fitness en el que trabajo veo ejemplos diarios sobre lo que estoy comentando.
Nuestros mayores nos dan numerosas lecciones que no apreciamos y que no tenemos en cuenta. Son personas con muchísima experiencia, y que lo que nosotros viviremos ellos ya lo han vivido o lo han visto en otros. Sin embargo, somos nosotros los que les tratamos de enseñar como funciona el mundo que ellos han construido para nosotros.
Ellos son los auténticos héroes en los cuales nos tenemos que fijar, los que se buscaban la vida en la capital para poder progresar y sacar a sus familias adelante, los que ahora crían a sus nietos con el mismo cariño o más que a sus propios hijos. Y nadie mejor que nosotros para poder homenajearlos, yo aprovecho la oportunidad de escribir en este blog para hacerlo de mis padres, ambos realizan sus ejercicios a diario.
También vemos ejemplos de gente con ganas de vivir que te dejan maravillado, os dejo un vídeo de Nick Vujicic, en el cual pienso cuando las cosas no me salen bien y no dejo de quejarme por ello. Me ayuda a levantarme antes y con más fuerza.
Trato de buscar mi inspiración en este tipo de gente y en la gente mayor con esa fuerza y ganas de vivir que tienen.

Feliz semana.

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